La sostenibilidad se ha convertido en una de las palabras más utilizadas para referirse al impacto social. Sin embargo, es mucho más que una simple moda.
De hecho, más allá de lo popular que se ha vuelto utilizar esa palabra en casi todas las frases, es importante que nosotros, así como la sociedad civil en general, nos centremos en la sostenibilidad de nuestro impacto. El impacto de lo que hayamos logrado tiene que perdurar más allá de nosotros (o, como mínimo, sobrevivir a nuestra presencia en el lugar).
A estas alturas, la mayoría de las organizaciones han llegado a la conclusión de que es mejor enseñar a pescar que dar un pescado. Sin embargo, hay otros aspectos de la sostenibilidad que van más allá de eso.
Mientras que las ONG y las instituciones locales están bien equipadas para prestar servicios sociales directos eficaces y sus servicios son bien recibidos porque son naturalmente muy sensibles a la cultura, las ONG internacionales deben centrarse en los cambios sistémicos.
Por cambios sistémicos, me refiero a los que suelen requerir importantes cambios de infraestructura o de paradigma y que ponen en tela de juicio lo habitual. Se trata de cambios para los que las entidades locales algunas veces no cuentan con los insumos: ya sea por no tener recursos financieros para llevarlos a cabo, o porque los recursos que tienen suelen estar destinados a servicios sociales directos.
Centrémonos en lo que más valor aportamos: si eres una ONG internacional, asegúrate de dar prioridad a estos proyectos de carácter sistémico y deja que otros presten servicios directos a los participantes.
En la medida de lo posible, debemos centrarnos en apoyar a los participantes a crear infraestructuras y modelos operativos duraderos.
Nótese que no he dicho que tengamos que crear esas infraestructuras y modelos, sino que tenemos que apoyarles a crearlos.
De hecho, para que una infraestructura o modelo siga existiendo y utilizándose, es necesario que haya un sentimiento de propiedad entre los responsables una vez que se haya ido. Está claro que, si la gente dirige y utiliza el sistema a regañadientes, inevitablemente “tirarán la toalla” a la primera; es decir, cuando las cosas se pongan difíciles, dejaran de utilizar el modelo.
Si, por el contrario, los principales interesados en el proyecto también han participado en la fase de decisión y diseño, se sentirán identificados con él, será «su bebé». Eso les convertirá en agentes motivados para mantenerlo en marcha y utilizarlo.
Me atrevería a decir que, entre una solución perfecta que hayas soñado y una buena solución que se haya diseñado conjuntamente, me decantaría por esta última. Aunque inicialmente no será tan buena como la que tú habías pensado, su impacto dentro de unos años será infinitamente mayor debido a la energía que seguirán poniendo para mantenerla y promoverla.
Hace unos años, hablábamos con el director de una gran ONG internacional (nombre caritativamente retenido). Nos decía: «No lo entiendo, organizamos talleres, formamos a cientos de personas y, al año siguiente… tenemos que volver a hacerlo».
¿Se podría pensar que habría sacado algunas conclusiones e intentado arreglar la situación? No, siguieron organizando talleres y formando a más y más gente…
En muchos países en vías de desarrollo, cuando se forma a la gente en un campo determinado, ésta se vuelve más valiosa y normalmente puede merecer un mejor salario si se traslada a un nuevo puesto, donde su habilidad recién adquirida puede ser menos relevante, y deja una vacante para el puesto que ocupaba.
Yo sostendría que limitarse a formar a las personas es como darle el pescado a alguien. Si bien, puede lograr algún impacto a corto plazo, dicho impacto no durará mucho tiempo.
Hay que centrarse en la formación de los formadores. De hecho, en muchos casos, puedes trabajar para que una escuela o instituto de capacitación profesional local integre tu material de formación en su plan de estudios.
Es cierto que no podrás volver a casa y decir que has formado a cientos de personas. Ahora bien, ¿es ese tu objetivo? ¿O tu objetivo es ayudar a la comunidad a mejorar? Si es así, olvídate de contar los participantes directamente afectados y mira el panorama general.
Nuestros principios rectores incluyen los siguientes aspectos de sostenibilidad cuando desarrollamos participativamente nuevos procesos y las herramientas que los acompañan:
Nuestro objetivo final es asegurarnos de que la institución a la que apoyamos sea lo más autosuficiente posible.
Nos aseguramos de que tengan sus propios servidores para ejecutar el software que desarrollamos para ellos, formamos adecuadamente a sus propios ingenieros para que gestionen la aplicación, de modo que no necesiten nuestra ayuda para llevar a cabo sus actividades diarias, y les entregamos el «código fuente» que desarrollamos con una licencia completa para modificar dicho código para uso interno, de manera que mantengan la libertad de utilizarlo como consideren oportuno y hacer modificaciones si así lo deciden.Queremos asegurarnos de que los nuevos comportamientos y prácticas puedan mantenerse a pesar de la renovación del personal: desde el famoso enfoque de «formar a los formadores» hasta asegurarnos de que nuestros planes de estudio se integren en la formación formal del personal en el futuro.
Todo el material y el programa de formación que desarrollamos para capacitar a los distintos actores del sistema de justicia juvenil en Bolivia se ha integrado en el plan de estudios de la Escuela de Jueces del Estado. De esta manera, en el futuro, cada uno de los abogados/jueces que salgan de esta escuela tendrán una formación adecuada sobre este importante tema.
Nuestras herramientas también pretenden aportar un cierto nivel de «inercia» en los procedimientos.
En efecto, cambiar la herramienta que utilizan a diario la mayoría de los actores del sistema sería difícil y requeriría tiempo y esfuerzo. Aunque la inercia suele considerarse un inconveniente, en este caso es una garantía: puede proporcionar una estabilidad muy necesaria y evitar reacciones «viscerales» cuando un acontecimiento concreto desencadena alguna reacción espontánea en el público en general, que podría resultar en ajustes no deseados (por ejemplo, mano dura).
Cuando una banda de jóvenes cometió un crimen especialmente atroz, en un país donde trabajamos, captado por las cámaras de seguridad y publicado en YouTube, la reacción popular fue casi unánime: «colguémoslos». Esta es una de esas situaciones en las que un cierto nivel de inercia dará a las autoridades una herramienta para pedir paciencia y dejar que los ánimos se enfríen…
En verdad, nuestra misión es… ¡hacernos innecesarios!
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En un próximo artículo, compartiremos cómo el concepto de «servicios de software» ha cambiado radicalmente en los últimos años y cómo una «inversión» se ha convertido en un «coste de hacer negocios».